Concordancia del IMC y la percepción de la imagen corporal en adolescentes de una localidad suburbana de Yucatán
1 Centro de Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguchi", Universidad Autónoma de Yucatán. 2 Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Yucatán
RESUMEN
Introducción. Los problemas de la imagen corporal asociados con los riesgos de trastornos alimenticios entre los adolescentes, en particular, la anorexia nerviosa y la bulimia, son considerados temas de salud emergentes a nivel mundial. Las consecuencias que conllevan son físicas, psicológicas y sociales.
Objetivo. Determinar la concordancia entre el índice de masa corporal y la percepción de la imagen corporal en un grupo de adolescentes.
Materiales y Métodos. Estudio cuantitativo, observacional, transversal realizado en 84 alumnos, 54.1% hombres y 45.9%, mujeres, con edades entre 10 y 17 años, que cursaban educación básica y secundaria en una localidad suburbana de alta marginación, en Yucatán. Se auto-administró a los estudiantes, el pictograma de Stunkard, para registrar la percepción de la imagen corporal. Para calcular el índice de masa corporal (IMC) se registraron medidas antropométricas de peso y talla, usando una báscula digital marca Tanita, modelo TBC 310 y un estadímetro marca SECA de 2 metros de longitud. Los puntos de corte fueron los establecidos por la Organización Mundial de la Salud.
Resultados. Los hallazgos, respecto a la percepción de la imagen corporal, mostraron una concordancia insignificante (k= 0.067, p< 0.5); en mujeres es baja, con un valor de k= .223; se perciben normales aun cuando presentan bajo peso, mientras que, las que presentan obesidad, subestiman su estado. En cuanto a los hombres, en los casos de obesidad, la imagen y el IMC son coincidentes, aunque, al mismo tiempo, subestiman la percepción corporal en bajo peso.
Palabras Clave:
Imágen corporal, índice de masa corporal, adolescencia
ABSTRACT
Concordance of the
body mass index and the perception of body image in adolescents in
Yucatán Introduction.
Body image problems associated with the risk of eating disorders such
as anorexia nervosa and bulimia, are considered emerging health issues
among adolescents around the world. These problems have both physical,
psychological and social consequences. Objective. To determine the correlation between body mass index
and the body image perception in a group of teenagers. Material and Methods. A
quantitative, observational, cross-sectional study was carried out in
84 students, 54.1% men and 45.9% women with an age range between 10 and
17 years who were attending primary or secondary school education in a
suburban town of high marginalization in Yucatan. Self-applicable
Stunkard pictogram was used to record the body image perceptions. To
calculate the body mass index (BMI) anthropometric measurements of
weight and height were recorded, using a Tanita brand digital scale,
TBC model and an estadimetro SECA 310 2 meters length. The cut-off
points were those established by the World Health Organization. Results.
The findings regarding the perception of body image showed no
significant concordance (k = 0.067, p <0.5); for women was a low
value of k = 0.223, they perceive themselves as normal despite their
low weight, and those with obesity underestimate their status. In the
group of men, in cases of obesity, image and BMI are coincident while a
body perception underestimates low weight. Conclusion.
It is important to take into the nutritional diagnosis, contents of
emotional aspects as self-esteem and feelings that manifest teenagers
about their body image for comprehensive preventive care. INTRODUCCIÓN La adolescencia, constituye una
etapa de cambios que comprende aspectos
físicos, psicológicos y sociales, que se va desarrollando en diversas
magnitudes y formas de acuerdo a la genética y el entorno psicosocial.
Se experimentan cambios en el desarrollo psicomotor, cognoscitivo,
afectivo y social. Existen dos etapas en este periodo de transición, la
adolescencia temprana y la tardía. La adolescencia temprana abarca de
los 10 a los 14 años de edad y comienzan a manifestarse algunos cambios
físicos como aceleración del crecimiento, desarrollo de los órganos
sexuales y aparición de las características sexuales secundarias; estos
cambios pueden generar tanto ansiedad, como entusiasmo en los
adolescentes. Las niñas y los varones cobran mayor conciencia de su
género y pueden ajustar su conducta o apariencia a las normas que
observan. En ocasiones, pueden resultar víctimas de actos de
intimidación o acoso, o participar en ellos, y sentirse confundidos
acerca de su propia identidad, personal y sexual. La adolescencia tardía
comprende entre los 15 y los 19 años de edad;
para entonces, usualmente, han tenido lugar los cambios físicos más
importantes aunque el cuerpo sigue desarrollándose; el cambio físico
involucra el incremento del Índice de Masa Corporal (IMC) como
expresión de la madurez biológica (1,2). La adolescencia, ha sido
definida en forma amplia por la Organización
Panamericana de la Salud (OPS) y atribuye este concepto al grupo de la
población comprendida entre los 10 a los 24 años (3); en este rango de
edad se registran alrededor de 232 millones de personas que representa
el 24,5% de la población total de la región de las Américas (4). Según
datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática
(INEGI) 2010, la población comprendida entre 10–19 años representa el
19.9% de la totalidad de la población mexicana; dividido en 10% el sexo
masculino y 9.9% el sexo femenino. En Yucatán, la población registrada
en 2010 fue 1,955,577 personas; un tercio del total de la población
(33,3%), es decir 654,860 personas tenía entre 0 y 17 años. El
porcentaje de población masculina (50.9%) fue ligeramente mayor que la
femenina (49,1%); 82,1% de niñas, niños y adolescentes vivían en
poblaciones urbanas y 52,4% fue de origen indígena (5). La Encuesta Nacional de Salud y
Nutrición 2012, informó que en el grupo
de adolescentes, 29,9% reflejaba sobrepeso y con obesidad, 12,2%. La
distribución por sexo en 2012, mostró una prevalencia mayor para
mujeres (44,1%) en comparación con los hombres (42,7%) (6). Esta información mostró la
magnitud de la probable insatisfacción con
la imagen corporal en este grupo de población y, por tanto, el
potencial riesgo de padecer trastornos alimentarios. La presión social
a la que se ven sometidos determinados estratos de la población, como
son las mujeres jóvenes, con la imposición de un modelo estético de
extrema delgadez, hace que la preocupación por la imagen corporal
transcienda al mundo de la salud, tanto física, como mental (7). La imagen corporal es “la
imagen que se forma en la mente de nuestro
propio cuerpo, es decir, el modo en que nuestro cuerpo se nos
manifiesta” (8). Por tanto, la imagen corporal no está, necesariamente,
correlacionada con la apariencia física real, siendo claves las
actitudes y valoraciones que el individuo hace de su propio cuerpo. La
imagen corporal está formada por diferentes componentes; el perceptual
(percepción del cuerpo en su totalidad o bien de alguna de sus partes);
el cognitivo (valoraciones respecto al cuerpo o una parte de éste); el
afectivo (sentimientos o actitudes respecto al cuerpo o a una parte de
éste y sentimientos hacia el cuerpo) y el conductual (acciones o
comportamientos que se dan a partir de la percepción) (9,10). La imagen
corporal no es fija e inamovible, sino que puede ser diferente a lo
largo de la vida, teniendo una mayor relevancia durante la infancia y
adolescencia (11). Esta última etapa, es considerada de gran
vulnerabilidad hacia la apariencia física debido a que, en ésta, se
desarrolla el sentido de la identidad y del rol sexual, por
consiguiente, es el periodo más sensible para el inicio de la
insatisfacción corporal (12). Aquellos sujetos, que al
evaluar sus dimensiones corporales manifiestan
juicios valorativos que no coinciden con las dimensiones reales,
presentan una alteración de la imagen corporal (13). Cada cultura, a lo
largo del tiempo, ha tenido un estereotipo de imagen corporal, como
consecuencia de esto, la imagen corporal está influenciada por
diferentes aspectos socioculturales, biológicos y ambientales (8).
Actualmente, se promueve la belleza del cuerpo como meta para conseguir
el éxito social, poniendo énfasis desmedido en la delgadez. Como
consecuencia de lo anterior la población en general y, particularmente,
los adolescentes brindan extremada importancia a su cuerpo, lo que se
manifiesta con el consumo excesivo de productos adelgazantes, dietas
poco saludables y conductas que ponen en riesgo la salud (10,13). A
través de los medios de comunicación, se difunden modelos ideales de
cuerpo, a partir de los cuales las mujeres toman el referente para su
satisfacción personal (14). Dentro de los factores
asociados directamente con la presencia de
insatisfacción hacia el propio cuerpo, se encuentra el IMC. Las
personas más delgadas son las que indican percepción física positiva,
mientras que, los que cursan con sobrepeso, manifiestan mayor
insatisfacción. El escaso agrado con la apariencia física va asociado
también, a una baja autoestima, sentimiento de ineficacia, inseguridad,
depresión y ansiedad interpersonal, que hace que la persona se sienta
incómoda o inadecuada en sus interacciones sociales y, en general, con
una autoevaluación negativa. Además, si se permite que el problema
avance, existe riesgo elevado de desarrollar síntomas de trastornos en
la alimentación (15). Por otra parte, el IMC nos
sugiere el estado corporal a partir de una
escala que establece lo normal frente a lo patológico, utilizadas
principalmente, para evaluar el estado nutricional, el riesgo a la
salud y el diagnóstico de mala nutrición y obesidad; esta escala, que
se refiere al cociente entre la masa corporal en kilogramos y la talla
(altura) al cuadrado, constituye un indicador estandarizado que, en un
estudio comparativo con la percepción, nos acerca a la comprensión de
posibles distorsiones y, en consecuencia, al riesgo de trastornos
alimentarios. En las
sociedades contemporáneas, se observa un incremento en problemas de
salud relacionados con la imagen corporal a partir de la insatisfacción
o preocupación corporal excesiva en edades cada vez más tempranas (16).
En los últimos años, diversos estudios han sugerido la importancia de
la alteración de la percepción de la imagen corporal como un síntoma
precoz para la detección de riesgo de trastorno alimentario y
depresión, entre otros (17,18,19). A su vez, según lo reportado en la
literatura, los adolescentes tienen una particular propensión a padecer
trastornos alimentarios, derivados de profundas ansiedades sobre la
imagen corporal alentadas por los estereotipos culturales y mediáticos
de la belleza (20). La
modificación de los hábitos alimen- tarios, el realizar dietas y
actividad física en busca de conseguir una imagen adecuada a la
estética dominante, constituye un problema de salud emergente entre la
juventud actual. En las mujeres, uno de los factores que puede jugar un
papel en el aumento de la incidencia de la anorexia nerviosa, es la
presión cultural del modelo del cuerpo delgado y optan, principalmente,
por realizar dietas (21). El trastorno de la imagen
corporal se refiere a la insatisfacción y a
la preocupación por el cuerpo que no se adecúan a la realidad, ocupan
la mente con intensidad y frecuencia generando malestar e interfiriendo
negativamente en la vida cotidiana (22). La insatisfacción puede
referirse a partes del cuerpo o a cuestiones
más de forma, de tamaño o de peso, entre otros. Las alteraciones de la
imagen corporal incluyen la distorsión perceptiva de la talla y la
insatisfacción y/o preocupación por la imagen corporal (23). Se estima que en el mundo, 1%
de los adolescentes y adultos jóvenes,
sufre anorexia y, 4,1%, bulimia. Con relación a los trastornos de la
conducta alimentaria (TCA), de 5 a 13% de la población mundial,
presenta síndromes parciales de estas alteraciones. De acuerdo con la
OMS, la anorexia inicia en edades que van de los 14 a los 18 años, en
tanto que, la bulimia, suele ser más frecuente en mayores de 16 años.
Entre los factores de riesgo existentes, se encuentran la preocupación
excesiva por el peso, insatisfacción con la figura y una dieta poco
saludable, baja autoestima, dificultades para enfrentar el estrés y los
conflictos afectivos, e incluso, ser víctima de acoso escolar o
bullying, (24). En
México, los casos de anorexia se presentan en 0.1% de la población de
adolescentes que, en su mayoría, afecta a mujeres. En la población
juvenil mexicana se estima que la bulimia afecta a 0,4% (24). En la
última década, los estudios sobre imagen corporal en adolescentes han
proliferado en distintos contextos y continentes; en cuanto al área
hispana, tenemos como referentes los realizados en España; algunos de
los hallazgos reportados en estos estudios indican que existe un grado
importante de insatisfacción con la imagen corporal y diferencias por
sexo; se destaca mayor insatisfacción en las mujeres, pero son los
hombres con mayor edad los que encuentran mayor precisión entre el IMC
y la percepción de la imagen corporal; asimismo, son las mujeres las
que realizan dietas para mejorar su imagen (16,25-31). Perpiñá C, Baños
R., en 1990, encontraron en los y las chicas estudiadas una que
sobreestiman el tamaño corporal, lo que puede considerarse como un
índice de insatisfacción con el propio cuerpo, que está más relacionada
con el peso percibido que con el real (31). En América latina, se han
desarrollado diversos trabajos enfocados a
distintos grupos de población. En mujeres adultas se muestra que, a
menor peso corporal, mayor satisfacción de la imagen corporal (32). En estudiantes universitarios
de Chile y Panamá se halló que más de 60%
de los estudiantes chilenos sobreestimaba su peso y menos de 20% se ve
como realmente es. Por el contrario, en Panamá se sobreeestima menos de
50% (hombres 40,8% y mujeres 37,7%), equiparando los resultados de la
subestimación del IMC (hombres 38,6% y mujeres 43,4%). En la mitad de
los casos hubo concordancia entre ambos criterios, lo que se refleja en
un índice Kappa de 0,07, que es considerado un valor bajo. Una mejor
concordancia se observó en personas con sobrepeso (69%), disminuyendo a
29,7% en personas con normopeso y 0%, en personas obesas. La situación
más frecuente es la subestimación del peso especialmente en las
personas con normopeso (64%) cuando se presenta sobrepeso y obesidad,
destacando que ninguna de las personas obesas se consideró como tal. Se
observa una concordancia diagnóstica de 40% en estudiantes varones
panameños, lo que refleja un índice kappa de 0,04. El 100% de los
estudiantes con normopeso sobreestima su imagen con sobrepeso 82,8%, en
cambio, de los estudiantes obesos, 96,1% subestima su peso (34). Por otra parte, en Costa Rica,
se estudió a un grupo de adolescentes
encontrando que, en general, hay diferencias significativas en cuanto
al género, F (1,532)=35.77, p<.01, acerca de la insatisfacción con
el físico (ver el físico como un problema). Por una parte, son las
mujeres quienes se sienten más insatisfechas con su apariencia. Para
las mujeres, las partes del cuerpo las cuales representan un problema
(desagradan, incomodan) son el abdomen, la cintura, los muslos, las
piernas, las caderas y las nalgas. Los hombres encuentran menos
problema con su imagen corporal, aunque hay partes del cuerpo que les
preocupan, sobre todo el abdomen, el cutis y el tórax (35). Estos temas han resultado de
interés en México, donde se han realizado
estudios mayormente con población urbana y adulta (36- 38,59,40). El
estudio sobre obesidad revela que la imagen del cuerpo involucra
actitudes, percepciones, imaginaciones, emociones y sensaciones físicas
sobre y del cuerpo; la mayoría de las personas entrevistadas afirmaron
tener percepciones positivas sobre sí mismas, sin embargo, en la
condición civil de solteros (as), el motivo más preocupante de su
obesidad es por tener un compañero(a). Su imagen se devalúa a tal grado
que, por su condición de obesidad, sienten que no merecen ser amadas.
Ello conduce a una inseguridad extrema, baja autoestima y malestar en
situaciones sociales (39). En otro estudio realizado en personas
mayores de 18 años obesas, los entrevistados no se percibieron como
obesos sino sólo como «gorditos o llenitos». Por su aspecto y su forma
de comer fueron blancos de reproches, críticas o consejos para bajar de
peso; además expresaron sentirse inconformes con su imagen corporal, ya
que relacionaron la belleza física con la delgadez. (36). Entre los estudios efectuados
en población joven (41-49) podemos
mencionar uno con niñas/os mexicanos de 9 a 12 años en el que se
encontró que los estereotipos de delgadez extrema impactan más en las
niñas que en los varones, particularmente a los varones de más edad. La
comparación por género, mostró en las niñas una menor autoestima
general y corporal que en los niños; igualmente, la imagen ideal (cómo
quieren ser) y futura (cómo creen que serán) de las niñas fue más
delgada (47). En otra investigación sobre obesidad en adolescentes,
identificaron como causa principal la genética y tendieron a subestimar
la obesidad; asimismo, presentaron baja autoestima. Se concluyó que, si
bien la obesidad tiene implicaciones en la salud, también la tiene en
los aspectos psicológico y social de quienes la padecen (48). Otro trabajo, relativo al
estado nutricional de adolescentes, encontró
que 7,1% tenía bajo peso; 69,8% peso normal; 11,6% sobrepeso y 11,6%,
obesidad. El análisis de peso autopercibido reveló que 19%, se
consideraba delgada o muy delgada; 56% creía que su peso era normal y
25% se vio a sí mismo como muy gordo. La concordancia entre el peso
autopercibido y el estado nutricional fue de 65% (kappa = 0,36). La
subestimación del peso se produjo en 24,9% de los chicos, frente a
20,3% de las niñas. La sobreestima se produjo en 15,8% de las niñas,
frente a 8,5% de los chicos (49). En Jalisco, se analizó la
asociación de la precepción corporal y el
comportamiento alimentario de control de peso, con la calidad de vida
en adolescentes de ambos sexos, con edades entre 11 y 15 años,
pertenecientes a escuelas públicas y privadas, concluyéndose que 12,5%
se percibe con peso menor; 25,6% con sobreestimación y 61,9%, se
identificó en el peso cercano al correcto. No se encontró diferencia
significativa por género, entre el IMC real y la percepción del peso
corporal. (44) Por su
parte, Meza C. y colaboradores, en Monterrey (2013), analizaron la
insatisfacción corporal y encontraron en mujeres menor auto-concepto
físico, emocional y baja autoestima (44). Otro estudio, cuyo objetivo era
identificar la asociación entre la
insatisfacción con la imagen corporal y el índice de masa corporal en
los adolescentes (44,8% varones y 54,7% mujeres, edad promedio de 13,6
DE = .93), encontró que 81,8% no mostró insatisfacción con su imagen
corporal; 17,7% presentó insatisfacción leve y 0,5% insatisfacción
moderada. La prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad fue de 32%,
con una correlación positiva y significativa entre el índice de masa
corporal y la insatisfacción con la imagen corporal (rs = .22, p
=.001), esta última fue mayor en mujeres que en hombres (U = 4335.00, p
< .01). No se encontró diferencias significativas en la
insatisfacción de acuerdo con la edad (H = .31, p > .05) (47). Hasta el momento, no se
encontraron estudios sobre el ámbito suburbano,
y en general son escasos los estudios en población adolescente que
además se encuentre en alta marginación, por lo que en este estudio
observamos el proceso en una comunidad de alta marginación, y condición
suburbana, componentes claves en la pregunta que guía la investigación
¿cuál es la concordancia de la percepción de la imagen corporal con el
IMC en adolescentes suburbanos marginados? MATERIALES Y METODOS Estudio cuantitativo,
observacional, transversal con un universo de 84
alumnos de nivel primaria y secundaria que cumplieron con el criterio
de edad de 10 años en adelante, cantidad que corresponde al total de
alumnos matriculados en dos centros escolares (básico y secundaria) del
ciclo 2013-2014 de una comunidad suburbana de Mérida, Yucatán, México.
El 54,1% de hombres y el 45,9% mujeres. El rango de edad fue de 10 a 17
años, el 22,4% al momento de la encuesta tenía entre 10 a 11años; un
45,9% de 12 a 13 años, de 14 a 15 años un 28,6% y por último, de 16 y
17 años el 3%, con una edad media de 12.7 años, la mediana de 13 años y
la moda de 13 años. La
comunidad fue seleccionada por ser de alta marginación y estar en
transición entre lo rural y lo urbano, es decir suburbana. Se aplicó a
los estudiantes un cuestionario auto-administrado, previo
consentimiento informado con los tutores, para recabar información
general y sobre la percepción de la imagen corporal con el pictograma
de Stunkard validado por Cortés para México con una (ABC = 0.94) (41).
La percepción de la imagen corporal (PIC) se obtuvo solicitando al
estudiante que seleccionara la figura que, según su percepción,
correspondiera a su imagen corporal actual de entre nueve figuras
corporales diferentes y numeradas para hombres y mujeres. La silueta
seleccionada se calificó de la siguiente manera: la 1: como bajo peso;
de la 2 a la 5: normal; de la 6 a la 7: sobrepeso y de la 8 a la 9:
obesidad (Figura 1).
Para obtener el IMC los
jóvenes fueron pesados y medidos usando una báscula digital marca
Tanita, modelo TBC 310 y un estadímetro marca SECA de 2 metros de
longitud. Se realizó el cálculo antropométrico; los estudiantes se
midieron descalzos, sin prendas en la cabeza ni aditamentos en su ropa.
Las mediciones fueron hechas por personal entrenado y estandarizado. Se
dividió el peso en kilogramos entre la talla en metros al cuadrado; los
puntos de corte para el IMC utilizados fueron los establecidos por la
Organización Mundial de la Salud. Para realizar el procesamiento
de la información se empleó el programa
SPSS versión 21. Se aplicaron tablas de contingencia para la
comparación de prevalencias entre niños y niñas y grupos poblacionales.
Para estimar el grado de equivalencia entre las distintas referencias
de IMC/edad se calculó el Coeficiente de Kappa. Este coeficiente es una
medida de la concordancia que existe entre dos métodos distintos
aplicados sobre una misma muestra. Para fines de análisis se crearon
tres categorías: bajo peso, normal y obesidad. La valoración del
coeficiente kappa se analiza con base en Landis y Koch (49,50). RESULTADOS La talla mínima fue de 1.37 m.
y la máxima de 1.70 m. con un promedio
de 1.50 m; en cuanto al peso, el promedio fue de 48.1 kilos, el mínimo
de 25 kilos y la máxima de 89.2. Se registró 61,9% en rango normal,
seguido de 26,2% en bajo peso, y 11,9% en obesidad, la principal
problemática en términos absolutos en esta población es el bajo peso y
en segundo término la obesidad. Se
registró concordancia entre el IMC real y el percibido en 55,95% de
los casos. 79,8% de los jóvenes se percibe en normalidad, lo que
refleja una diferencia de 17,9% respecto al IMC; seguido de 26,2% en
bajo peso, con una diferencia a la baja de 19,1%; en cuanto a obesidad,
se registra una diferencia al alza de 1,2%. Se apreció una tendencia de
sobreestimación al mismo tiempo que subestimación del peso corporal (Cuadro 1). Cuadro 1 Distribución porcentual del índice de masa
corporal y la percepción corporal Rangos Porcentaje IMC Porcentaje percepción corporal Diferencia porcentual Bajo peso 26.2 7.1 -19.1 Normal 61.9 79.8 +17.9 Obesidad 11.9 13.1 +1.2 Total 100 100 El
análisis por sexo mostró una concordancia de 41,6% en las mujeres,
quienes tienden a subestimar el bajo peso y la obesidad; mientras que,
los hombres subestiman en menor proporción la obesidad, y una
concordancia global de 64,5% Se encontraron diferencias globales por
género con una sobrestimación del peso de 29,2% en las mujeres y una
subestimación de 18,4%; en los hombres la sobreestimación fue de 17,7%
y, subestimación, 17,5%. Los hombres se perciben en mayor porcentaje en
condición corporal normal y, en condición de bajo peso, ligeramente
mayor a las mujeres (Cuadro 2). Cuadro 2 Distribución porcentual del índice de masa
corporal y la percepción corporal Clasificación Percepción hombres % IMC hombres % Diferencia % Percepción mujeres % IMC mujeres % Diferencia % Bajo peso 7.3 22.2 -15.4 7 25.8 -18.8 Normal 78 60.3 +17.7 74.4 45.2 +29.2 Obesidad 14.9 17.5 -2.1 18.6 29.0 -10.4 Total 100 100 35.5 100 100 58.4 Se
indagó sobre comentarios, a propósito de la imagen corporal, entre
pares en el ámbito escolar, para observar la presión social sobre la
delgadez y otros modelos sociales, encontrando que, uno de cada 5
estudiantes expresó haber recibido comentarios; por sexo, en igual
número; por edad, con mayor frecuencia a los 13 años y, en conjunto,
87% de las menciones fue en el grupo de 12 a 15 años (Cuadro 3). Cuadro 3 Distribución de casos que registraron
comentarios sobre su imagen corporal en el ámbito escolar por sexo y
edad Sexo Edad 11 12 13 14 15 17 Total Hombre 1 0 2 3 1 1 8 Mujer 1 3 2 0 2 0 8 Total 2 3 4 3 3 1 16
Otra variable analizada, fue la satisfacción corporal con relación a
las partes de su cuerpo que les agradan y las que les desagradan a los
adolescentes. Se observó que más de 70% de hombres y mujeres manifiestó
sentirse satisfechos con las partes de su cuerpo, aunque, en los
hombres se observó un porcentaje ligeramente mayor. Las partes que
mencionan con mayor desagrado para las mujeres están en primer orden el
abdomen, la cara, la cadera y los pechos. Mientras que, en los hombres,
el abdomen, los brazos y las piernas, lo que concuerda con los
estereotipos ideales para lo femenino y lo masculino y el ideal de
belleza en la cultura occidental actual. Por su
parte, el análisis de concordancia general, a partir de la
prueba kappa que demuestra estadísticamente la fuerza de la
concordancia entre la percepción de la imagen corporal y el índice de
masa corporal, muestra, una concordancia de fuerza considerable con un
valor (k= 0.067, p< 0.05) (Cuadro 4). Cuadro 4 Distribución de la concordancia general
entre el IMC y la percepción de la imagen Corporal IMC Imágen corporal Bajo peso Normal Obesidad Total Bajo peso 3 15 4 22 Normal 3 43 6 52 Obesidad 0 9 1 10 Total 6 67 11 84 El análisis de concordancia por
sexo muestra una discordancia no
significativa con un valor k= -.098 con una p< 0.05 en los hombres y
en las mujeres una concordancia leve con un k= .223 con una p< 0.05,
lo que apoya lo hallado en términos porcentuales descrito arriba. DISCUSIÓN Los hallazgos de este estudio demuestran que, la
satisfacción de la
imagen corporal, concuerda con lo reportado por Trejo y Cols. (46), con
un porcentaje mayor de 70%; diferencia significativa en relación al IMC
por sexo, en el que las mujeres registraron peso normal en 45,2%,
contra lo observado en hombres, con 60%. La Encuesta Nacional de Salud
y Nutrición (ENSANUT 2012), reporta una prevalencia nacional combinada
de sobrepeso y obesidad en adolescentes en 35,8% en mujeres y 34,1% en
hombres (6). Estos datos nos indican que los resultados de las
prevalencias combinadas en nuestro estudio resulta ser un porcentaje
inferior en ambos sexos respecto a los datos de la encuesta a nivel
nacional. Sin embargo, es interesante
señalar, cómo las mujeres siguen estando con un porcentaje elevado de
sobrepeso y obesidad, incluso con una diferencia del peso normal
desfavorable en un 45,2%. Esto nos lleva a concluir que existe una
tendencia que se dispara en las mujeres adolescentes a enfrentar, en un
futuro, las comorbilidades que se derivan de la obesidad. Nuestros resultados, en cuanto al valor de kappa,
coinciden con lo
hallado por Durán y Araujo relativos a una baja concordancia; así como
la tendencia de los jóvenes, principalmente las mujeres en subestimar
de la condición de obesidad (33,48). Asimismo, el estudio encuentra
coincidencias con Salazar en cuanto a
las partes del cuerpo que desagradan a hombres y mujeres que demarcan
una imagen corporal de acuerdo al estereotipo de género (34). De acuerdo a Cabello-Garza, en
el contexto de la obesidad, se
distinguen dos conceptos relacionados con la imagen corporal: la
insatisfacción corporal que es el grado en que los individuos valoran o
desprecian su cuerpo, y la distorsión de la imagen corporal, que
vendrían a ser la imprecisión en la determinación del tamaño corporal
(38). En ese sentido, lo hallado en este estudio respecto a la
percepción corporal, es que la distorsión presentada entre la imagen
corporal y el IMC en mujeres, es significativa en el caso de las que se
perciben normales aún que presenten bajo peso, y subestiman su estado
en el caso de las que presentan obesidad. En hombres, coinciden,
prácticamente, la imagen y el IMC en los casos de obesidad; al mismo
tiempo, expresan una percepción corporal que subestima los casos de
bajo peso, lo que nos indica la presencia del modelo de figura de la
delgadez aspiracional, ya registrado en las zonas urbanas, como fue
encontrado por Montero et.al. y Trejo y Cols. (45,47). Asimismo, se encontró la
presencia de las dos aristas de la
malnutrición y/o desnutrición que constituyen posibles factores que
naturalizan la delgadez, con un porcentaje de bajo peso de hombres y
mujeres superior a lo reportado por Araujo de 7,1% (49), mientras que
lo encontrado en este sector de población es 26,19%. A su vez, Ocampo-Barrios y
Pérez-Mejía en el estudio a jóvenes con
obesidad nos recuerda que estamos insertos en una cultura que
privilegia la imagen corporal estereotipada (35). Los cambios en los estilos de
vida, especialmente la modificación de
las conductas alimentarias y de actividad física son la base del
tratamiento de la obesidad. Es importante tomar en cuenta las ideas y
prácticas realizadas por los adolescentes e incorporar en el
diagnóstico nutricio no únicamente contendidos de tipo nutricional sino
también considerar elementos de tipo psicológico donde intervienen
aspectos emocionales como la autoestima y los sentimientos que se
manifiestan por el hecho de considerar tener una imagen corporal
diferente a las estereotipadas por la sociedad, lo que permitirá tener
una perspectiva más integral. Así mismo, incluir la
perspectiva de género en estos estudios permitirá
identificar la situación diferencial que expresan los adolescentes al
ser mujeres y hombres en un mundo en el que las zonas rurales y
suburbanas se incorporan a la dinámica global, sin embargo con
diferencias importantes en la vivencia, atravesadas por la problemática
de alta marginación que colocan a este sector de población ante una
doble vulnerabilidad de bajo peso y obesidad. REFERENCIAS
Keywords: Body
image, body mass index, adolescence
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